Thursday, March 14, 2013

Feliz Cumpleanos, Papi!








Federico Efrain Marrero: 

1) As a resident in neurosurgery at the Jackson Memorial Hospital, Miami, FL; circa 1962.  After two foreign medical degrees (in France and in Cuba)--under eminent professors--he had to prove himself, yet again, when we arrived in the States in 1960.
2) Papi and I at a party in the summer of 1963.  Oh, the shifts we wore in those days--
3) As an extern (intern)  at the University of Paris School of Medicine; in a respiratory diseases rotation at the Hopital Laennec.  "Epi" (as he was known) is just left of center in the top row--wearing a black sweater (and a big smile :-)!  My mother--Ana "Panni" Raab--is standing in the third row--to the left of the black-caped nurse (and almost right behind the great professor ;-).  This picture was definitely taken between Nov. 1, 1936 and Dec. 31, 1936 (for that was when my father served his rotation).  Unless I can find evidence to the contrary, this must have been when they met.

My collection of digitized pictures is small (so I always have to recycle).  Nonetheless, I always aim to say something new.

Writing-wise, this year?  Ummm...how about, Cirujia?  I have to switch to Spanish, now.  In any language, though:  Papi always took care of me...and he always will.  Feliz Cumpleanos, Papi!




LA LOQUITA DEL ZIG-ZAG: CIRUJIA!

POR NININA MAMEYEZ

            “Ven aquí, Ninina”  Rosita Torre De Viento me estaba extendiendo un dedito gordo, tratando de que yo la acompañe en el solar cerca de mi casa en La Nueva Ventana.  Acababa de escampar; el terreno estaba muy mojado.  “VEN”! casi chillo.
            Pensé.  “No quiero hacerlo, Rosita.”
            “Y por que NO?” me pregunto, haciendo pucheros. 
            “Por—porque…”  Me estaba poniendo más y más nerviosa.
            “Cobarde!  COBARDE!” empezó a chillar Rosita.  Echo una carcajada atrás de la otra: “Ha Ha Ha Ha Ha Ha HA!”
            La miré de reojos.  Me estaba poniendo más y más brava.  “Quien tu crees que tu eres?”  Salté de la acera; tropecé con una piedra; me caí, boca arriba, en el fango.  Y empecé a llorar: “Waaaaah!  Waaaaah!  Waaaaah!”
            Rosita estaba casi doblada, carcajeando, mas y mas alto: “HA HA HA HA HA HA HAAA…”  Casi se cayó, estaba chillando tan alto. 
            La miré a través de mis lágrimas; sollocé: “Rosita, no me puedes ayudar?  NO ME PUEDES AYUDAR?”
            “No hay nada que puedo hacer,” gruño casi como un buey.  De repente, se apareció su hermano, Adalberto.
            “Qué paso aquí?  Por qué esta Ninina en el fango?” nos preguntó.
            “No supo saltar de la acera, Adalberto.”  Y se empezó a reír, otra vez.
            Adalberto me miro.  Estaba al punto de ayudarme, cuando Rosita dijo: “No te embarres, Adalberto.  Sabes como se pone mami…; de todos modos, porque estas aquí?”
            “Mami me mando a recogerte.  Tenemos que ir de compras.”
            “Bueno...”  Me hizo una mueca, y dijo, “Vamonos,” halando a su hermano de la mano.  “Oow,” pude oír al pobre Adalberto.  Rosita se viro una última vez, y se empezó a reír otra vez: “Ha Ha Ha Ha Ha Ha HA!”
            Yo me estaba levantando del fango; había parado de llorar; y casi ni sollozaba más, tampoco.  Pero sentí detrás de mi muslo derecho: estaba rojo.  Sangre.  Empecé a llorar otra vez: “WAAAAAH!”
            Esta vez me oyó El Chino.  Vino corriendo.  Mami y La Linda habían salido de compras; La Golondrina estaba visitando a su sobrino.  El estaba en cargo de supervisarme, pero había estado lavando al Olsmobil, y no me había oído.
            “NININA!  QUE TE PASO?”  Me encontró sentada en el medio del fango; llorando; aguantando a mi pierna derecha; tocando a la sangre con mis deditos.
            “NINA!  Que es eso?”  Cuando se dio cuenta, me recogió en sus brazos, y se lanzó para la casa.  “Doctol?  Doctol?  La niña se hirió!”
            Papi nos oyó desde la biblioteca, y vino corriendo.
            “NININA!  QUE TE PASO?”  El Chino me había entregado a Papi.
            “AY, PAPI!  Rosita…Rosita…”  Estaba sollozando.
“Que te hizo?  (Se puso bravo.)  Cuantas veces no te he dicho que no debes de jugar con esa (pensó antes de decir nada mas) chica?”
Empecé a llorar otra vez, hasta mas fuerte: “WAAAAAAAH!”
            “Shh!  Shh” acaricio a mi cara.  (Me vio mirando a mi pierna.)  Pero que es esto?  SANGRE?  Déjame examinarte!  Chino, tráeme el alcol y algodón, por favor.”
            “Oh, NOO!” Ahora si que empecé a llorar.
            Papi y El Chino me acostaron boca arriba encima de la mesa de examen en la esquina de la biblioteca.  Papi me limpio a la herida con mucho cuidado.  Horrorizada, al principio, me estaba calmando mas y mas, porque Papi es un muy buen doctor.
            “Hmm,” me examino cuando la herida estaba limpia.  “Ninina, parece que tienes a un poco de fango debajo de la piel.  Tendremos que ir al Doctor Seso.”
            “OH, NOOOO!”
            “Pero a ti te gusta el Doctor Seso.”
            “Qu-que me va a hacer?”
            Papi guiño.  “Tu veras; no te va a doler nada.”
            Nos metimos en la maquina, y El Chino nos llevo a la oficina del Doctor Seso.  La secretaria del doctor nos dejo entrar a Papi y a mí.
            “Ninina!  Como estas?  Hmm, que paso?”  Examino a la herida.  El y papi se miraron; estuvieron de acuerdo.  “Si.”  (Mirándome a mí.)  “Ninina, vas a dormir por un ratico.”
            “QUE?  No tengo sueno!”
            “Pues, si.”  El y papi me acostaron en su mesa de examen.  “Te voy a (me miro de reojos, porque sabe que a mi no me gustan las inyecciones) dar una pequeña…”
            “OH, NOOOOO!”
            Papi me miro; me imploro.  “Aguántate, niña.  No va a doler.”  Se sonrió.
            Mirándolo a el todo el tiempo, deje que el Doctor Seso me inyecte.  No se que paso después, porque me quede rendida.  Cuando me desperté, lo único que vi fue a un pequeño vendaje detrás de mi rodilla derecha.  Como papi me había dicho, nada me dolió.
            Sonriéndome, salté de la mesa de examen.  Bese a papi, y le di un abrazo al Doctor Seso.  Todos nos sonreímos una vez más antes de que El Chino nos devolvió a la casa en el Olsmobil.  El se estaba sonriendo, también.
            “Ten cuidado con chicas como Rosita en el futuro, me entiendes, m’ija?” me dijo papi cuando estábamos sentados en su biblioteca.
            “AY, PAPI!  Me acabo de dar cuenta…”
            “…de que, Ninina?”
            “De que hoy tuve a una cirugía!”  Me sonreí, y me reí.  Pero no a carcajadas.
            Y la próxima vez que vi a Rosita, chillando como siempre, y a Adalberto corriendo detrás de ella, los huí.
Es propiedad de Georgina Marrero, 2008                          861 palabras




           



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